Aviso

Después de la Jornada Electoral votoceronueve publicará los resultados de la elección, análisis general de este día y la utilidad e impacto del voto nulo.

La importancia del voto

Dr. Leonardo Valdéz Zurita
Publicado en Revista Voz y Voto

julio-09



A quince días de la jornada electoral el IFE se encuentra listo para recibir los votos de los 77 millones 481 mil 874 ciudadanos que cuentan con credencial para votar con fotografía y están inscritos en la lista nominal de electores. Luego de nueve meses de intenso trabajo de organización, el IFE está preparado, una vez más, para garantizar la instalación e integración de las más de 139,000 casillas que funcionarán el próximo 5 de julio.

A diferencia de otros comicios intermedios, las elecciones de este año adquieren un particular significado en la vigencia y desarrollo de nuestro régimen democrático. Después de una elección presidencial que originó modificaciones constitucionales y legales, nuevas condiciones de equidad en la competencia electoral y la reducción del costo de las campañas, los mexicanos tendremos nuevamente la ocasión de asistir a las urnas y ejercer un derecho que nos ha ido colocando paulatinamente en una situación de normalidad democrática.

Votar con libertad en las elecciones es una conquista y una decisión que hemos salvaguardado a través de mecanismos que ofrecen seguridad en la identidad de los electores, imparcialidad en la designación de los ciudadanos que reciben los votos en la jornada electoral y oportunidad en la difusión de los resultados que reflejan la voluntad ciudadana. Hoy difícilmente el voto puede concebirse como un derecho reservado a sectores de población específicos, o como una libertad que dependa de saber leer y escribir, o de la capacidad económica de las personas.

Por el contrario, asistir regularmente a las urnas nos ha permitido edificar con responsabilidad un tipo de democracia representativa, propiciar la formación de un sistema de partidos políticos plural y experimentar la alternancia como una vía que posibilita evaluar el desempeño de quienes integran los órganos de gobierno. Con el voto ciudadano e informado, los mexicanos hemos transitado de la unanimidad al pluralismo, de la inmovilidad a la participación, de la opacidad a la transparencia y de la discrecionalidad a la rendición de cuentas.

Votar en las elecciones constitucionales es una decisión que ha modificado radicalmente la geografía electoral del país. A través de un voto razonado y diferenciado en muchas ocasiones, los ciudadanos mexicanos hemos configurado una institucionalidad democrática que propicia la existencia de gobiernos de diferentes partidos políticos y órganos legislativos plurales. De esta manera, el sufragio ha sido un instrumento eficaz para construir en el tiempo un sistema de pesos y contrapesos que se nutre básicamente de la decisión que expresan los mexicanos en cada elección.

Fue mediante el ejercicio de este derecho que los ciudadanos determinamos en 1997 el fin de la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y en 2000, la alternancia en la Presidencia de la República. Mientras la primera elección trajo como resultado la formación de una coalición opositora dentro de la Cámara baja y la redistribución de comisiones y recursos en el máximo órgano legislativo del país, la elección presidencial de hace nueve años marcó en la conciencia de todos el alcance que tiene el voto para los cambios políticos de gran envergadura.

Por estas razones, llama la atención la campaña de voto en blanco que recientemente se ha venido discutiendo en la opinión pública. Aunque ha generado posiciones divergentes y argumentos a favor y en contra, conviene hacer una reflexión mesurada sobre las repercusiones que tiene esta manifestación ciudadana dentro de la democracia mexicana.

En primer término, resulta importante señalar que, de acuerdo con la legislación electoral vigente, el voto blanco equivale a un voto nulo. De este modo, en la integración de los órganos de gobierno únicamente cuentan los votos válidos, es decir, aquellos que los ciudadanos emiten a favor de un partido político o candidato de coalición.

Bajo la ley actual, se considera voto nulo cuando la boleta que se deposita en la urna no contiene la marca que registra la preferencia del elector por algún partido político, o cuando la boleta incluye dos marcas sin que exista coalición entre los partidos políticos seleccionados. A partir de estos dos criterios, los votos nulos son contabilizados por los funcionarios de las mesas directivas de casilla y asentados en el acta correspondiente, así como en el acta de cómputo que es levantada por los consejos distritales en el miércoles siguiente a la jornada electoral. Como máxima autoridad electoral, el IFE tiene la obligación de velar por que estos procedimientos se apeguen al principio de legalidad.

Si bien el voto en blanco constituye una expresión democrática que la autoridad electoral debe respetar y registrar en la estadística electoral una vez que finalizan los comicios, es una decisión ciudadana que no incide en la conformación de los órganos de gobierno, ni en el financiamiento público y prerrogativas que reciben los partidos políticos para el desarrollo de sus actividades.

Anular el voto no resuelve de fondo la inconformidad ciudadana con el sistema de partidos políticos. Más bien, representa una postura que muestra los desafíos que debe afrontar y superar nuestra democracia en los próximos años. De esta manera, el enemigo a vencer no es el voto -que ha generado confianza y certeza a las elecciones-, sino las reglas que impiden desarrollar mecanismos de rendición de cuentas más acabados y a satisfacción de la sociedad mexicana.

Necesitamos que el llamado al voto en blanco se convierta en una oportunidad para refrendar la tolerancia y sensibilidad frente a este tipo de expresiones que nos recuerdan los esfuerzos que todavía debemos emprender para renovar las expectativas de los ciudadanos en nuestra democracia.

Deseamos también que el llamado hecho por el Instituto Federal Electoral a votar el próximo 5 de julio, encuentre la receptividad y la participación que permita consolidar nuestra democracia.

Entre el olvido y la memoria: decidir desde el presente

Julián Woodside
Comunicólogo e historiador


El olvido nos devuelve al presente, aunque se conjugue en todos los tiempos: en futuro para vivir el inicio; en presente, para vivir el instante; en pasado, para vivir el retorno [...]. Es necesario olvidar para estar presente, olvidar para no morir, olvidar para permanecer siempre fieles

Marc Augé

¿Votar?, ¿no votar? o ¿anular el voto? Eso es lo que muchos nos hemos preguntado en fechas recientes. Sin embargo, a veces nos olvidamos que la gran mayoría en realidad no se preocupa. El abstencionismo, como en cada elección, será alto. ¿Cómo se podría cambiar eso? Muchos espacios se han abierto al debate difundiendo (des)información y distintas posturas; tratando de argumentar, de una u otra forma, lo que “debería de ser”. Todas verdades relativas, pero verdades a fin de cuentas.

Lo que me preocupa (o interesa) es que pocos días después del 5 de julio todo regresará a un estatus semianestesiado. La preocupación y debate durante los periodos electorales se quedan en eso, en palabras en el aire, en vez de que, idóneamente, sea una constante al inicio, medio y fin de los mandatos.

¿Cómo se podría modificar eso? No quisiera caer en una exposición de ideas románticas (no creo en ese tipo de necedades). Sin duda estoy consciente de que la decepción que hay con respecto a la política en México es algo que surgió hace muchos años.

A diferencia de lo que muchas veces se ha dicho, que “México es un país sin memoria”, creo que en realidad vivimos en un país y una sociedad que muchas veces no se deshace de recuerdos, mismos que, posteriormente, funcionan como lastre social y se ven reflejados en distintos procesos, como el electoral.

Un gran problema de la sociedad mexicana es que estamos acostumbrados a quejarnos, a estar inconformes, pero no formamos parte del proceso. Al respecto es curiosa mi posición ya que me encuentro (físicamente) en un punto entre los fervientes defensores de la anulación del voto y aquellos representantes políticos con una respetable trayectoria: ambas posturas suenan convincentes al final del día y lo único que me queda claro es que la abstención no es la solución.

Tengo preocupaciones como ciudadano que van más allá de cuestiones políticas: me inquieta que muchas veces no nos detenemos a razonar las consecuencias de nuestras decisiones, sea cual sea la postura que tomemos. Y me preocupa mucho más que no nos responsabilicemos de ellas: “Vivir en coherencia con nuestras ideas”, dirían algunos. La vida tiene que ser congruente con o sin elecciones. A esto yo diría —al aire tal vez porque no creo que sea la única opción— que habría que estar informado y consciente de la decisión que tomemos; que la vivamos y sigamos adelante no sólo este domingo sino el resto del nuestra vida política activa. Si se anula el voto habría que movilizarse para generar alternativas y no simplemente esperar a las siguientes elecciones “para ver qué nos deparan los partidos políticos”; identificar candidatos adecuados y no que se quede en un “desacuerdo por que los que están no me convencen”. Si se vota como castigo que sea un voto inteligente, no sólo para contrariar a un partido o individuo sino a las políticas que hay detrás. Finalmente, si se vota creyendo, hay exigir que se cumpla lo prometido, insistir y no quedarse en la queja. Votar debería ser, creo yo, una estrategia, no la búsqueda de la satisfacción de un capricho.

Quisiera hacer énfasis en la “coherencia” de nuestras decisiones por la reciente reacción ante la campaña publicitaria de “la niña del PRD”. Vi que mucha gente que discutía y defendía posturas con respecto a las elecciones —tanto virtual como físicamente— se unía a grupos como el de “Yo también odio a la niña del PRD” en Facebook y otras redes sociales; muchas de esas personas son tanto los que están en pro de la anulación del voto como los que defienden el mismo. Mi pregunta es: ¿Qué acaso no se detuvieron a leer el título? ¿No pensaron que no estaban expresando su verdadera postura política sino que canalizaban su disgusto mediante un supuesto odio a un elemento publicitario? (y eso que no quiero ahondar en los comentarios racistas y de discriminación ni tan “entre líneas”). Algunos respondieron “bueno no, en realidad me molestan las campañas, pero no tengo nada contra la niña”. Es eso lo que me preocupa, que ni siquiera nos detenemos a leer 8 palabras, ¿qué pasará cuando se topen con todos los nombres e imágenes de la planilla?

Finalmente quisiera cerrar con la idea de Edmundo O’ Gorman de que habría que fomentar “una conciencia histórica en paz consigo misma” y creo que este podría ser un buen inicio. Un punto importante es no considerar o esperar a que las elecciones y/o los políticos solucionen todo (y no creo que los que han realizado los debates no lo tengan en cuenta). Hay que recalcar la importancia de cualquier tipo de elección de representantes, sean locales, regionales o nacionales: todo influye en un mundo que, hoy en día, es denominado “glocal”. Hay que olvidar prejuicios, ubicarnos en un presente y tomar una decisión digerida y razonada, la que sea, pero que evite reproducir opiniones y posturas instintivas; como he visto que ocurre con bastantes personas a mi alrededor.

Guía del (no) voto

Roberto Zamarripa
Publicado en Reforma
29-junio-09

1. No voto. Además de los abstencionistas (el 60 por ciento de los que no acudirán a las urnas) surgió la corriente del voto nulo y sus vertientes:

a) Anular el voto con dos diagonales que crucen la boleta electoral y/o anotar algún lema.

b) Usar el recuadro de "Candidatos no registrados" para apoyar a un candidato independiente (como Elisa de Anda).

c) Robarse la boleta.

d) Romperla.

e) Y por accidente, un voto nulo derivado del descuido o ignorancia al tachar más allá del recuadro del elegido o votar por dos o más partidos.

Todos los votos nulos contarán para definir qué partido se queda con registro. Tramitado eso, quedará anotado como inexistente.

2. Voto anulado. Lo que los anulistas no han aclarado es cuántas boletas van a anular. Los ciudadanos recibirán por lo menos tres boletas. Los argumentos anulistas se dirigen sólo a la elección federal, es decir, deslegitimar al Congreso. Sería incongruente, en el discurso anulista, anular la boleta de diputado federal pero votar por el amigo que quiere ser alcalde, delegado, gobernador o diputado local.

Es refrescante una iniciativa ciudadana que reclama congruencia a los políticos pero un movimiento del voto nulo ayuno de contenido sólo hará la faena a los del tufo golpista: los políticos no sirven, la ley electoral es una mordaza, el Congreso es inútil y la democracia es cara. Con esas premisas las decisiones de facto succionarán al reclamo ciudadano por legítimo que sea.

Sin un deslinde de los simplismos autoritarios, los anulistas quedarán sometidos por los factores de poder que, oliendo la debilidad institucional, quieren tomar decisiones en la televisión y no en las instituciones legítimas, fabricar candidatos con el dinero y no con la participación ciudadana, fortalecer poderes paralelos y debilitar al Legislativo y favorecer la inequidad que blinda a las élites de la política y el dinero.

3. Voto amarrado. Juanito y SOS. En el primer caso hay una instrucción de votar por una persona que aunque gane no ganará sino que entregará el mando a una ciudadana impedida a contender por una arbitrariedad judicial.

El segundo caso es la obligación a candidatos de comprometerse públicamente y ante notario con medidas de seguridad, por un lado, y con el mandato de dar reversa en la ley electoral -particularmente el artículo 41- para abrir de nuevo al poder del dinero la posibilidad de dominar los comicios.

El amago es el mismo: si no quieres, te amuelas. Así, el ciudadano es cómplice de la coacción al candidato y más que apoyar un programa político, apoya el amago en el que están embarcados todos. Uno vota en la plaza, otro firma ante el notario, pero ambos están amarrados aunque renieguen lo que representan.

4. Voto embustero (o ilegal). "Soy actor y no me gusta que me involucren con el tinte político y al ver mi imagen con 'el verde' creen que estoy más involucrado de lo normal, y no es así. La selección fue por medio un focus group de actores, y fue lo mismo que trabajar con una marca de refrescos o de galletas", dijo Raúl Araiza respecto a cómo se involucró en la campaña del Partido Verde (Milenio, 26/06/09).

Araiza confesó en una conferencia de prensa el pasado viernes que Televisa lo invitó a la campaña a pesar de que él no sabe nada de política, ni de leyes, ni de elecciones, ni del Verde, ni de la pena de muerte.

En otros lares les dicen mercenarios y en México en su expresión de spots -provocadores, cínicos y demagógicos- es una violación a la ley electoral.

El Verde a lo suyo: ha sido ampliamente documentado cómo perfila una telebancada cuyo propósito principal, más que la pena de muerte, es la contrarreforma electoral (Enfoque 17/05/09, Reforma 10/06/09, Proceso 28/06/09).

En el 2003, según testigos presenciales de la decisión, Elba Esther Gordillo como lideresa priista diseñó una bancada alterna en el Partido Verde donde incluyó "porque se lo pidió Azcárraga" a Javier Orozco, quien a la postre resultó el promotor de la fracasada "Ley Televisa".

Seis años después, el Verde con una campaña, ésa sí, sucia recolecta votos del engaño y Televisa cosecha lo sembrado.

5. Voto libre. A ejercerse el domingo 5 por y para fortalecer la democracia electoral. Honduras no es ficción. Los golpistas andan sueltos.

El riesgo de la antipolítica

Enrique Krauze
Publicado en Reforma
28-junio-09

Todas las iniciativas cívicas son respetables pero algunas son más respetables que otras. La idea del voto en blanco pertenece a esa segunda categoría. Aunque comprensible por el pobre desempeño de muchos actores individuales y colectivos de nuestra "clase política", el acto, en el fondo, participa de la misma mentalidad dependiente que imperaba en el pasado: antes se esperaba que el Presidente de la República lo hiciera todo; ahora se espera lo mismo de los legisladores, los partidos, los gobernadores y los políticos en general. Nosotros los ciudadanos somos meras víctimas, sólo estamos -en el mejor de los casos- para protestar, y la mejor protesta es una huelga de votos caídos, un gandhismo instantáneo, happening mediático, un acto que dura un minuto y, mágicamente, transforma al país. No es así. La propuesta es desaconsejable, por varias razones:

1) Distorsiona, confunde, devalúa el sentido del voto, ante una mayoría de ciudadanos que lleva poco tiempo de ejercerlo. En la cuenta larga de la historia, han pasado apenas unos minutos desde el nacimiento de nuestra democracia, aunque en realidad hayan pasado poco más de diez años. "México transitó -dice Vargas Llosa- de la dictadura perfecta a la democracia imperfecta". La frase reconoce un progreso que nosotros no valoramos. Todas las democracias son tensas, conflictivas e insatisfactorias. El votante debe aprender a mejorar la democracia, pero la manera de hacerlo es ejerciendo el voto cada vez con mayor inteligencia e información, no denegándolo.

2) Da a entender que no hay opciones políticas. Más allá de los magros resultados de los partidos, sólo el EPR y los abogados de la anulación del voto parecen creer que en México todas las propuestas políticas y todos sus representantes son iguales e igualmente deficientes.

3) Generaliza la naturaleza de la elección. "Para los anulistas -escribe el politólogo Inocencio Reyes Ruiz- no hay la mínima consideración a la diversidad de regiones, estados, municipios y comunidades. Para ellos la elección del próximo 5 de julio es singular, única e indivisible. Es cierto que la renovación de la cámara de diputados es de indudable trascendencia para la vida pública del país, pero no es la única; y para millones de votantes no es la más importante. El 5 de julio hay varias elecciones y muchas votaciones: seis gobernadores, 11 congresos locales, centenas de alcaldes, millares de regidores. Hay municipios gobernados tan atrozmente que la anulación del voto sería la ratificación del poder caciquil. Lo mismo se puede decir de los gobernadores: hay estados donde los ciudadanos, hartos de la arbitrariedad y la corrupción, quieren votar para derrocar al partido postulante. Hay comunidades enteras, en fin, en que votar es asegurar la continuidad de buenos gobiernos".

4) Alienta la antipolítica. Para un curso rápido sobre los estragos de la antipolítica es bueno acercarse al caso venezolano. En los años noventa, el repudio radical e indiscriminado de los partidos por parte de un sector influyente de la sociedad venezolana (en particular de los intelectuales y las figuras mediáticas) provocó la emergencia natural del caudillo que llegó al poder para limpiar esa "miasma", "para salvar al país" y... para quedarse con él a perpetuidad. En las elecciones parlamentarias de Venezuela en 2005, la oposición optó por no competir, lo cual dio un cheque en blanco al régimen chavista. Si un caudillo llega al poder en México, llegará para quedarse. Los votos en blanco o en negro le tendrán sin cuidado.

5) Desalienta la participación ciudadana. Una consecuencia natural de la antipolítica -por esencia negativa, reactiva, pasiva- es la desmovilización. Y esto es lo más grave porque el país sufre un déficit inmenso de participación cívica. Esta participación no puede residir sólo en el acto de votar por un partido o anular, en su caso, un voto. Necesitamos vigilar permanentemente a los partidos y a los representantes populares, como ocurre en cualquier democracia madura. Y necesitamos mucho más: la verdadera participación cívica no es instantánea: es prolongada, constante, fragmentaria, silenciosa, difícil y anónima. Se ejerce de abajo a arriba: en la manzana, la delegación, el municipio, el estado, el país.

Octavio Paz dijo que México se ha visto siempre bajo la imagen histórico-mítica de una pirámide. Desde hace apenas dos décadas trabajamos para desmontar pacíficamente, piedra por piedra, esa pirámide, para construir una plaza pública libre y abierta. El proceso no llevará siglos pero sí años, quizá largos años. Su instrumento específico es el voto, esa sencilla pero imprescindible expresión de la conciencia individual en una democracia. No es aconsejable pervertirlo.

Voto de castigo pero no nulo

Ciro Murayama
Publicado en La Crónica
26-junio-09

Inicio este artículo con dos premisas: 1) la insatisfacción hacia el desempeño de los partidos políticos es ampliamente generalizada, de tal suerte que sea más común votar escogiendo al “menos malo” que premiando la labor de un partido. 2) Cada voto nulo o cada elector que se queda en casa favorece al llamado voto duro o, simplemente, hace que sean determinantes los sufragios de quienes sí votaron por alguna opción registrada.


Si se trata, entonces, de sufragar por el menos malo, o de ejercer un voto de castigo hacia las peores alternativas, van a continuación una serie de argumentos para que, antes que desperdiciar el voto, se utilice así sea como instrumento de castigo o para tratar de conjurar los escenarios más indeseables.


1) ¿Manos libres al Presidente? En la época en que el Presidente de la República y su partido podían aprobar leyes sólo con sus votos antes de 1997 —la deliberación parlamentaria era un mero trámite. El PAN, en esta elección, pide respaldar al presidente Calderón. Si ese partido se hiciera con la mayoría podría aprobar, por ejemplo, las leyes de ingresos y egresos de la federación sin negociar con otra fuerza política. ¿Ha tenido un buen desempeño económico el gobierno? ¿Le convence a usted el diagnóstico que ha hecho el equipo económico del Presidente, que desde hace meses viene diciendo que lo peor de la crisis ya pasó, para encontrarnos al día siguiente con un panorama más desalentador? ¿Cree que sería conveniente que el PAN pudiera decidir él solo el monto del gasto público y su distribución en esta crisis? Si usted considera que la política económica del gobierno debe tener contrapesos de la oposición, tendrá una buena razón para no votar por el PAN. Si su diagnóstico es el contrario, y cree que la oposición sólo entorpece la labor de un gobierno que está haciendo las cosas bien, adelante, su voto es necesario para las medidas de Carstens.


2) ¿Quiere ayudar a que Clara Brugada sea delegada? El Partido de la Revolución Democrática es incapaz de procesar sus disputas internas. Esta vez, el pleito fue en Iztapalapa, la capital más poblada del Distrito Federal. En una decisión si se quiere cuestionable, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) —pese a que las dos grandes corrientes del PRD impugnaron las votaciones en su propio partido—, decidió que las elecciones eran lo suficientemente limpias para no ser anuladas y revocó la decisión interna del PRD, nombrando a Silvia Oliva candidata y desplazando a Clara Brugada. En una singular apuesta política, Andrés Manuel López Obrador, enemistado con la dirección del PRD, lanzó un plan que consiste en varias cosas: 1) votar por el candidato del PT en Iztapalapa; 2) hizo que ese candidato se comprometiera a renunciar una vez que ganara; 3) planeó que el Jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, propusiera como delegada sustituta para Iztapalapa a Clara Brugada y, 4) dio por sentado que la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, obedecería y nombraría delegada a Brugada. Si usted cree que en esa estrategia hay una buena dosis de autoritarismo y que ni el delegado electo —el que sea—, ni el jefe de Gobierno y menos aún el Poder Legislativo de la capital deben prestarse a tales instrucciones, puede usar su voto aunque no viva en Iztapalapa. Si usted vota por los candidatos a la Asamblea Legislativa del PT y Convergencia, e incluso del PRD, es muy probable que lo haga por un fiel seguidor de AMLO. Una manera de evitar tener una Asamblea al servicio de López Obrador, es votar por algún partido de oposición en la capital. Pero si usted quiere ayudar a AMLO a convertirse en el gran elector del DF, como en la vieja usanza era el presidente todopoderoso, ya sabe por quién sufragar.


3) ¿Quiere a Televisa y TV Azteca con representación legislativa? El llamado Partido Verde Ecologista de México (PVEM) ha desplegado una serie de acciones tendientes a cuestionar el marco constitucional vigente en materia de competencia electoral, que tiene como una de sus definiciones claves y más novedosas impedir que el poder del dinero y de los consorcios de televisión graviten sobre los procesos político electorales. Está prohibida la compra de publicidad electoral en radio y TV. El Partido Verde, sin embargo, se ha dedicado a ir a contracorriente de lo establecido en la ley y ha sido funcional a los intereses de las televisoras: las defendió cuando desacataron las instrucciones del IFE para transmitir las pautas de los partidos políticos y de la propia autoridad electoral. Más adelante, diputados del PVEM contrataron publicidad, con dinero de origen desconocido, para difundir sus iniciativas legislativas —si así se le puede llamar a la pretensión de instalar la pena de muerte— con sus lemas de campaña electoral. Luego, los candidatos del PVEM prestos acudieron a firmar los compromisos que la organización SOS exige, desde las pantallas televisivas, a los actores políticos y que implican, entre otras cosas, volver a permitir la compra de publicidad política en los medios electrónicos y suprimir la vía de llegada de las minorías al parlamento: la representación proporcional. El PVEM actúa como instrumento de los poderes fácticos en la arena electoral. Si usted considera inadmisible la conducta del PVEM, vote por algún otro partido.


En suma, su voto es útil no sólo para construir escenarios deseables, sino para evitar males mayores: úselo. Y tome conciencia de que si usted renuncia a tener representación y anula su voto, de cualquier manera ya hay quien se hace pasar por su representante y vocero: hasta una “Asamblea Nacional” llamada “Anulo mi voto” van a crear para lucrar con su “no voto”: ¡aguas!

23 razones para votar

José Woldenberg
Publicado en Reforma
25-junio-09

Porque:

1. Los votos construirán gobiernos estatales, ayuntamientos, congresos locales, jefaturas delegaciones, asamblea legislativa y Cámara de Diputados.

2. Los votos cuentan.


3. Cuentan desde hace muy poco.


4. Existen diferentes opciones.


5. Es una falacia que todos sean lo mismo.


6. Resulta una elaboración intelectual insostenible que los políticos y los partidos no puedan diferenciarse.


7. La derivación política de esa construcción intelectual recuerda a los discursos antipolíticos elementales y reduccionistas: una "clase política cerrada, amafiada, incapaz" contra un pueblo "noble, incorruptible, virtuoso".


8. La abstención no cuenta.


9. La abstención también puede ser leída como consenso pasivo.


10. La abstención se alimenta de muy diferentes humores públicos: la resignación y la distancia, la crítica, la inercia y el desprecio a la política en bloque.


11. El voto nulo -no la abstención- tendrá también diferentes nutrientes: los errores, las gracejadas (votar por El Hombre Araña, por ejemplo) y la crítica indiferenciada al mundo de la política y los partidos.


12. El voto nulo en sí mismo no expresará más que hartazgo, desencanto, malestar.


13. Cada uno de los que está llamando al voto nulo al enunciar sus razones entra en contradicción con otros que también dejarán su voto en blanco. Ejemplos: los que llaman a anular el voto porque están en desacuerdo con la reforma de 2007 contra los que no quieren que los tiempos de radio y televisión vuelvan a ser comercializados; los que desean la posibilidad de reelección inmediata de los legisladores contra los que se expresan contra "la partidocracia"; los que demandan acabar con los diputados plurinominales y los que quieren que las minorías tengan representación. Votarán en blanco los que añoran el viejo verticalismo y los que ambicionan más y mejor democracia.


14. Los padres y madres del voto nulo tienen solo en común eso: malestar.

15. Votar es la punta de un iceberg civilizatorio que supone la existencia de corrientes político-ideológicas organizadas (partidos), que expresan la diversidad existente en la sociedad, que han encontrado un método participativo y pacífico para nombrar gobiernos y órganos legislativos, lo cual coadyuva a la coexistencia de la pluralidad.


16. El mundo de la representación plural lo forjó la gente votando. En 20 años, a través del voto, el universo institucional cambió de manera radical. De un espacio ocupado (prácticamente) por una sola fuerza a un espacio habitado por la diversidad. (Datos: 1988, todos los gobernadores, todos los senadores y el 82 por ciento de los diputados eran del PRI; hoy tenemos gobernadores de tres partidos y en el Senado y la Cámara de Diputados ninguno tiene mayoría absoluta de escaños. Y eso lo realizaron los ciudadanos votando).

17. El voto ha sido un instrumento inmejorable para ampliar el ejercicio de las libertades.

18. Si algunos de los que llaman a anular el voto quieren participar en el espacio de la representación política tendrán, más temprano que tarde, que organizar su propia opción, y en ese momento aparecerá un nuevo partido (Ni modo, son inescapables).


19. El voto nulo tiene además un tufo de desprecio hacia una institución central de la República: la Cámara de Diputados. Porque me pregunto: ¿cuántos de los que llaman a anular el voto lo harían si lo que estuviera en juego fuera la Presidencia de la República?


20. Hay que crearles un contexto de exigencia a políticos, partidos, congresos y gobiernos. Pero no es abandonando la plaza y dejando que otros decidan la mejor opción.


21. Los preocupados por la vida política del país están obligados a generar diagnósticos y propuestas de reformas, fórmulas de organización, agendas que graviten sobre la toma de decisiones, mecanismos de rendición de cuentas, en una palabra, una trama civil que eleve la presencia de las organizaciones y las propuestas que emergen desde la sociedad. Y ello no está ligado, necesariamente, al voto nulo.


22. Los propios partidos, por necesidad o por virtud, han incorporado a sus listas a ciudadanos no afiliados a ellos (ejemplos: Guadalupe Loaeza -PRD-, Gastón Luken -PAN-, Alejandro Gertz Manero -Convergencia- Jaime Cárdenas -PT-, Miguel Galván -PSD-).


23. Porque "todo lo que es también puede no ser" (Milan Kundera, Un encuentro, Tusquets, México, 2009, P. 100). Y espero que un día no nos encontremos sin partidos, elecciones, Congreso plural, división de poderes y súmele usted.


Ahora bien, quiere usted abstenerse o anular su voto, hágalo. Está en su derecho. Piense, sin embargo, en los que ya asumen su representación.

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