Entre el olvido y la memoria: decidir desde el presente

Julián Woodside
Comunicólogo e historiador


El olvido nos devuelve al presente, aunque se conjugue en todos los tiempos: en futuro para vivir el inicio; en presente, para vivir el instante; en pasado, para vivir el retorno [...]. Es necesario olvidar para estar presente, olvidar para no morir, olvidar para permanecer siempre fieles

Marc Augé

¿Votar?, ¿no votar? o ¿anular el voto? Eso es lo que muchos nos hemos preguntado en fechas recientes. Sin embargo, a veces nos olvidamos que la gran mayoría en realidad no se preocupa. El abstencionismo, como en cada elección, será alto. ¿Cómo se podría cambiar eso? Muchos espacios se han abierto al debate difundiendo (des)información y distintas posturas; tratando de argumentar, de una u otra forma, lo que “debería de ser”. Todas verdades relativas, pero verdades a fin de cuentas.

Lo que me preocupa (o interesa) es que pocos días después del 5 de julio todo regresará a un estatus semianestesiado. La preocupación y debate durante los periodos electorales se quedan en eso, en palabras en el aire, en vez de que, idóneamente, sea una constante al inicio, medio y fin de los mandatos.

¿Cómo se podría modificar eso? No quisiera caer en una exposición de ideas románticas (no creo en ese tipo de necedades). Sin duda estoy consciente de que la decepción que hay con respecto a la política en México es algo que surgió hace muchos años.

A diferencia de lo que muchas veces se ha dicho, que “México es un país sin memoria”, creo que en realidad vivimos en un país y una sociedad que muchas veces no se deshace de recuerdos, mismos que, posteriormente, funcionan como lastre social y se ven reflejados en distintos procesos, como el electoral.

Un gran problema de la sociedad mexicana es que estamos acostumbrados a quejarnos, a estar inconformes, pero no formamos parte del proceso. Al respecto es curiosa mi posición ya que me encuentro (físicamente) en un punto entre los fervientes defensores de la anulación del voto y aquellos representantes políticos con una respetable trayectoria: ambas posturas suenan convincentes al final del día y lo único que me queda claro es que la abstención no es la solución.

Tengo preocupaciones como ciudadano que van más allá de cuestiones políticas: me inquieta que muchas veces no nos detenemos a razonar las consecuencias de nuestras decisiones, sea cual sea la postura que tomemos. Y me preocupa mucho más que no nos responsabilicemos de ellas: “Vivir en coherencia con nuestras ideas”, dirían algunos. La vida tiene que ser congruente con o sin elecciones. A esto yo diría —al aire tal vez porque no creo que sea la única opción— que habría que estar informado y consciente de la decisión que tomemos; que la vivamos y sigamos adelante no sólo este domingo sino el resto del nuestra vida política activa. Si se anula el voto habría que movilizarse para generar alternativas y no simplemente esperar a las siguientes elecciones “para ver qué nos deparan los partidos políticos”; identificar candidatos adecuados y no que se quede en un “desacuerdo por que los que están no me convencen”. Si se vota como castigo que sea un voto inteligente, no sólo para contrariar a un partido o individuo sino a las políticas que hay detrás. Finalmente, si se vota creyendo, hay exigir que se cumpla lo prometido, insistir y no quedarse en la queja. Votar debería ser, creo yo, una estrategia, no la búsqueda de la satisfacción de un capricho.

Quisiera hacer énfasis en la “coherencia” de nuestras decisiones por la reciente reacción ante la campaña publicitaria de “la niña del PRD”. Vi que mucha gente que discutía y defendía posturas con respecto a las elecciones —tanto virtual como físicamente— se unía a grupos como el de “Yo también odio a la niña del PRD” en Facebook y otras redes sociales; muchas de esas personas son tanto los que están en pro de la anulación del voto como los que defienden el mismo. Mi pregunta es: ¿Qué acaso no se detuvieron a leer el título? ¿No pensaron que no estaban expresando su verdadera postura política sino que canalizaban su disgusto mediante un supuesto odio a un elemento publicitario? (y eso que no quiero ahondar en los comentarios racistas y de discriminación ni tan “entre líneas”). Algunos respondieron “bueno no, en realidad me molestan las campañas, pero no tengo nada contra la niña”. Es eso lo que me preocupa, que ni siquiera nos detenemos a leer 8 palabras, ¿qué pasará cuando se topen con todos los nombres e imágenes de la planilla?

Finalmente quisiera cerrar con la idea de Edmundo O’ Gorman de que habría que fomentar “una conciencia histórica en paz consigo misma” y creo que este podría ser un buen inicio. Un punto importante es no considerar o esperar a que las elecciones y/o los políticos solucionen todo (y no creo que los que han realizado los debates no lo tengan en cuenta). Hay que recalcar la importancia de cualquier tipo de elección de representantes, sean locales, regionales o nacionales: todo influye en un mundo que, hoy en día, es denominado “glocal”. Hay que olvidar prejuicios, ubicarnos en un presente y tomar una decisión digerida y razonada, la que sea, pero que evite reproducir opiniones y posturas instintivas; como he visto que ocurre con bastantes personas a mi alrededor.

4 comentarios:

Julio Alcántara dijo...

Buen esfuerzo y de acuerdo contigo, en contra de la generación de grupos, que no quisiera calificar, en el que racismo-elitismo...conviven y al calor de las pasiones se radicalizan, en expresiones por demás burdas.
En lo que respecta a la anulación de voto o cualquier expresión de esa índole, demuestra lo "comodinos" que somos para reconocernos en una sociedad civil, el fundamento en el cual se sustentan los partidos es la existencia de una sociedad civil exigente, activa, propositiva, clara, diversa..., los partidos NO son los nuevos monarcas.
Saludos.

el iván dijo...

Re bueno!, Carnal aqui le paso este link http://www.proceso.com.mx/noticias_articulo.php?articulo=70165 está interesante, por otra parte yo votaré el domingo pero sin duda el sistema electoral mexicano vive una crisis de representatividad y uno de los sintomas clars es todo este asunto del abstencionismo/anulismo, es necesaria ya otra reforma electoral, que de cabida a candidatos independientes y organizaciones ciudadanas, aunque seguro si sucede ya estaremos viendo por ahi al CCE y demás aberraciones neoliberales, pero creo que es un paso necesario.

MICHELLE FURLONG dijo...

Me gusta tu voto a favor de la coherencia.
Yo no me he atrevido a emitir una opinion puesto que no voy a votar. Y no porque asi lo haya decidido. El punto es que jamas he encontrado quien me represente y sospecho que sucede asi con mucha gente de nuestra generación.
Me gusto mucho el texto Juls.

Mich

RL dijo...

Estoy a favor del no voto razonado. Me parece fundamental salir del discurso de ciertos comunicadores que pretenden la anulación por imitación.

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