Publicado en El Milenio
7-junio-09
La anulación del voto (no la boleta en blanco) no puede caracterizarse como abstencionismo (de difícil interpretación y múltiples causas), tampoco como indiferencia. Supone un grado significativo de participación consciente; manifiesta un sí explícito a la democracia, cumple con la obligación moral ciudadana de acudir a las urnas, ejerce el derecho a votar; pero, concomitantemente, se descalifica el particular, históricamente transitorio y práctica y conceptualmente inaceptable régimen vigente.
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